La lactancia materna ha sido a lo largo del tiempo, un tema muy controversial. Hay quienes están completamente a favor de ella, y otras personas que deciden, ya sea por gusto o por necesidad, alimentar a sus bebés con fórmula láctea. Y sea cual sea la opinión de cada quien, ésta siempre debe ser respetada.
En este artículo, más que tratar de convencer, quiero compartir mi experiencia con la lactancia y todos los beneficios que hemos experimentado con mis dos hijas, así como contarles las dificultades que viví los primeros días con mi bebé recién nacida, porque es cierto, no es nada fácil pegarte a tu bebé minutos después de haber nacido y que por arte de magia esté tomando de tu pecho como una profesional.
Como mamá de dos, he tenido experiencias distintas, sobre todo al principio de la lactancia. Me acuerdo que cuando mi primer bebé nació, me costó muchísimo trabajo que tanto ella como yo nos acopláramos. Mientras estaba en el hospital, las enfermeras iban a “ayudarme a pegármela” con sus métodos súper bruscos, cada vez que la bebé abría la boca llorando, la empujaban hacia mi pezón para que se prendiera, obvio ella lloraba más y menos funcionaba. Sufríamos las dos, ella desesperada y hambrienta, y yo frustrada por no saber cómo hacer que mi bebé se pegara a mi. Eventualmente logramos que comiera, pedí que una Consultora de Lactancia me ayudara y fue con ella que aprendí lo básico.
Días después, ya cuando estábamos en casa, el sufrimiento y angustia regresaron. Al final no era tan fácil como pensaba, y otra vez me costaba trabajo darle de comer a mi bebé. Yo desde un principio decidí no utilizar fórmula por lo que ya había leído, además en el hospital donde di a luz apoyan mucho, tanto el parto natural como la lactancia exclusiva, y nunca me recomendaron la fórmula, ni siquiera de manera complementaria.
Una noche, tratando de sacarme leche para ver si así mi bebé comía, una persona me dijo que no le diera mamila porque así ya no iba a querer de mi pecho. Yo de por sí vulnerable por las hormonas, al momento de escuchar eso, me asusté y me puse a llorar de la tristeza, “apenas tenia días de haber dado a luz y ya había fallado como mamá”. Fue en ese momento que le dije a mi bebé, “tú y yo vamos a lograrlo, somos un equipo y las dos vamos a hacer que te pueda dar pecho”. La verdad no sé cuánto tiempo pasó, y si tuvimos más momentos de desesperación o no, pero me acuerdo que me puse en contacto con una amiga que es parte de La Liga de la Leche y ella me enseñó -paso por paso- cómo hacer para que mi bebé se me pegara. Cómo asegurar que se agarre al pecho correctamente
Poco a poco fuimos logrando nuestro objetivo, yo dándole de comer a libre demanda (cada vez que el bebé te lo pida, no limitar tiempo ni horarios para alimentar) ayudando a mi cuerpo a producir más y más leche, hasta que fue un proceso totalmente natural para las dos. No hubo necesidad de complementar su alimentación con fórmula porque mi producción de leche era suficiente para lo que ella requería: de recién nacida no necesitaba tanta leche, y conforme fue pasando el tiempo y mi bebé fue creciendo, lo que yo le daba siempre fue la cantidad justa para su alimentación.
Durante el proceso, sobre todo en los primeros meses, tuve que sacarme leche varias veces al día porque mis pechos explotaban –literal- de la cantidad de leche que tenía. Recuerdo sentir cómo se iban llenando, luego empezaban a doler muchísimo, se hacían bolas (los ductos estaban muy congestionados), hasta que salía la leche a chorros –piensen en una pistolita de agua- sin poder hacer nada más que cubrirme. La primera vez que me pasó estaba en la regadera. Por alguna razón, sentir y escuchar el agua caer hacía que “mi máquina de producción” se prendiera y sin avisar ¡la leche salió volando por toda la regadera!. Yo sin saber qué hacer, le grité a mi esposo para que me trajera una mamila para que no se desperdiciara esa leche. Al paso del tiempo me di cuenta que el agua tibia de la regadera ayudaba a controlar los disparos, e incluso aliviar el dolor y bajar las bolas que se forman, que por cierto, si no se tiene cuidado, puede llegar a causar obstrucción de los ductos o hasta Mastitis.
El hecho de estar en casa con mi bebé y tener la oportunidad de amamantarla en cualquier momento y en cualquier lugar nos hizo acostumbrarnos a la comodidad de “la bubi” sin tener que depender de la mamila. Esto podría ser una ventaja, porque pude practicar la lactancia por más de un año, pero también nos causó varias salidas frustradas, sobre todo cuando viajaba a visitar a mi familia y amigos, pues no podía dejarla encargada con nadie porque la niña no tomaba mamila. Por suerte esto cambió cuando ya comía sólidos y la leche no era su único alimento.
Con mi segunda hija el proceso inicial fue distinto, aunque ya habían pasado casi 6 años de por medio, yo todavía tenía la técnica para amamantar sin dolor y sufrimiento de ninguna de las dos. Así como mi hija nació de manera totalmente natural, también el darle pecho fue un proceso fácil y orgánico. A los pocos minutos de haber dado a luz, me la pegué y sin problema comenzó a comer, ella sí, como toda una profesional. De ahí no tuvimos ningún problema para continuar la lactancia. Ahora ella tiene casi un año y medio, y poco a poco estoy dejando de darle pecho, sólo por las noches y cuando está por tomar su siesta. Y aunque ya tiene la edad suficiente para dejarlo por completo, francamente soy yo la que no quiere cortar ese lazo aún.
Hablando sobre los beneficios de la lactancia, les cuento que durante el tiempo que amamanté a mi primera bebé, y ahora con mi segunda (un año, cinco meses y contando), ni ellas ni yo nos enfermamos. Ninguna de mis hijas ha sufrido de ninguna infección, a mi primera hija le dio gripa después de haber cumplido un año y medio, y la otra tampoco se ha enfermado hasta ahora. Es impresionante darse cuenta de la magia de la naturaleza, de saber que mi leche le transmite anticuerpos a mi bebé que le ayudan a ser menos propensa a enfermedades respiratorias, infecciones de oído, alergias, e incluso gases y estreñimiento, y al mismo tiempo esos anticuerpos me ayudan a mi a no enfermarme.
Otros beneficios para mi, y déjenme decirles que de los mejores, es que perdí el peso del embarazo en menos de un mes. Cuando amamantas a tu bebé, tu cuerpo utiliza las reservas energéticas para producir leche, por eso una gran mayoría de mujeres baja de peso durante la lactancia. También se me retrasó el período por varios meses, con la primera fueron 6 meses, ¡y con la segunda 10 meses!. No saben lo feliz que se es cuando te olvidas de eso por tantos meses (incluyendo el embarazo).
Y finalmente, el vínculo que se crea entre mi bebé y yo, es sin duda el beneficio más importante para mi. Uno de los momentos más lindos de mi día es sentarme a darle de comer a mi bebé, acurrucarnos y ver sus ojitos mirándome con una ternura inexplicable, sentir sus caricias (a veces no tan dulces como quisiera) mientras se queda dormida. Cuando le tocan sus vacunas o le empezaban a salir los dientes, pegármela y darle pecho era su medicina para que se le calmara el dolor y poco a poco irse relajando hasta sentirse mejor. Saber que yo –o mejor dicho, mis hormonas- le pueden transmitir esa paz y seguridad que necesita es para mi, la razón más importante para practicar la lactancia materna. Beneficios emocionales de la lactancia materna
Todo el proceso de la lactancia es algo natural, al final el cuerpo humano es una máquina perfecta que con ayuda de las células y las hormonas, irá haciendo su trabajo siempre y cuando nosotras lo dejemos. Pero por eso es importante informarnos, saber que nuestro cuerpo produce la cantidad de leche necesaria para tu bebé conforme a su edad. Es más, incluso cuando todavía estamos embarazadas nuestro pecho está ya trabajando en la producción de la leche, preparándose para el momento en que el bebé toma su primer alimento, a este líquido todavía espeso se le llama calostro, y es súper importante que el bebé lo reciba, pues viene lleno de nutrientes, grasas, proteínas y anticuerpos que protegen a tu bebé de infecciones y activan su sistema inmunitario.
Así que no se desanimen si creen que su bebé no toma suficiente leche o “no se llena”. Todo depende de nosotras mismas, de saber que para que puedas producir leche, hay que vaciar el pecho, darle de comer a tu bebé las veces que te lo pida para que la “máquina productora” siga trabajando continuamente. Y sobre todo, que siempre es bueno pedir ayuda, saber confiar en tu cuerpo y en la naturaleza, y por supuesto, no darnos por vencidas.